Retos y desafíos de un Makerspace escolar

Primer año de implementación

Nota publicada en el sitio de Cultura Digital del

Colegio Hebreo Maguen David, en abril 2016

Vivimos en la era de la información. A diario vemos a niños cada vez más pequeños con estupendas habilidades para jugar videojuegos, para entender las funciones del celular, de la tablet o de la televisión. Son representados por Michelle Serres como “Pulgarcita” ya que llevan a cabo el 65% de sus transacciones por medio de sus pulgares.

La sociedad del conocimiento necesita de nuevas profesiones, pero lo más emocionante hasta ahora es que ni siquiera sabemos cuáles serán esas profesiones que respondan a los requerimientos de esta nueva era. 

Frente a este panorama, las escuelas nos hemos preguntado qué hacemos con la tecnología, aunque nosotros estamos seguros de que lo importante a la hora de educar no es la tecnología, sino la identidad y la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje y la coherencia de sus actividades con el proyecto pedagógico de nuestra institución. Así formulamos la pregunta correcta: ¿Qué hacemos con la escuela en una nueva ecología tecnológica?, porque estamos seguros de que la sociedad está cambiando y con ello tienen que cambiar sus instituciones.

El Makerspace, el cual se representa por #AprenderHaciendo, se fundamenta en el movimiento Maker fundado en el exitoso Maker Faire de 2006 en Estados Unidos. Nuestros principales fundamentos son el DIY, el uso y re-uso de los aparatos electrónicos, la resolución de problemas como eje principal de la creación de proyectos y el fomento a la producción para incrementar a los prosumidores; es decir, llevar a los actores sociales que participan de este espacio de ser meros consumidores a convertirse en productores.

Retos

Uno de los principales objetivos es desarrollar el pensamiento crítico de los participantes: alumnos, maestros y padres de familia. Éste es uno de los principales desafíos al disponer de tal dispositivo dentro de una escuela. Lo importante no es solo tener las herramientas (como las impresoras 3D, la cortadora láser, las sierras, los leds, los clavos o hasta la máquina de coser); el desafío es integrar actividades “maker” con su propio lenguaje, con sus propias fases, y abrir posibilidades en los actores sociales de empoderamiento social.

¿Cómo logramos la implementación de estas formas de actuación social, o bien, el habitus del movimiento Maker en el habitus de la típica escuela?

Habitus referido por Bourdieu, por tal podemos entender esquemas de obrar, pensar y sentir asociados a la posición social. El habitus hace que personas de un entorno social homogéneo tiendan a compartir estilos de vida parecidos.

Este habitus traducido en cinco dimensiones que nos ocupan: el tiempo (los horarios); el espacio (los grupos, salones y grados); el currículum (con las materias que tienen objetivos definidos que hay que cumplir); las evaluaciones que se deben completar y, lo más importante: las relaciones. Los vínculos entre dos actores que durante varias décadas habían tendido el mismo rol; el maestro cuya labor es transmitir y el alumno, quien solo recibe sin cuestionar. Ahora estos vínculos deben transformarse en acompañamiento, en trabajo colaborativo con el objetivo de que todos aprendamos del otro, donde el éxito de uno se refleje en el éxito del equipo. Este nuevo paradigma en el que el docente y el estudiante cuestionan el orden establecido de la escuela tradicional para pasar a promover estrategias alternativas, abiertas a la comunidad, solidarias y cooperativas, es lo que nos motiva a tener un Makerspace escolar.

Dimensiones de la educación: desafíos

En este primer año de implementación estamos trabajando de forma directa en tres dimensiones:

  1. Currículum: Hemos creado una materia maker que responde a objetivos básicos del movimiento maker y donde se imparten conocimientos básicos de electrónica, robótica y fabricación digital. Todo esto con la metodología de “Project based learning”. ¿Por qué estamos hackeando la dimensión del currículum? Porque empleamos el b-learning para impartir la clase de tecnología dictada por la UNAM, llevando a cabo de forma presencial los exámenes que esta institución nos requiere. Es casi un modelo de e-learning pero existe asesoría de forma presencial, si así lo requieren, además de la evaluación. Afortunadamente, el requerimiento de la materia de tecnología no es demasiado para los jóvenes de hoy. El tiempo que nos queda nos permite ofertar no solo la materia maker, sino también materias de cine, música, diseño digital, modelado en 3D y radio. 
  2. Tiempo: Existen proyectos que no fueron pensados por los maestros para llevarse a cabo dentro del MakerSpace (MS), sin embargo los estudiantes deciden que es el mejor lugar para desarrollarlos. Es así que buscan horarios entre clases, o bien salen de aquellas clases en las que su desempeño es el mejor y acuden al MS para desarrollar sus prototipos. Otra forma de hackear el tiempo es cuando el maestro considera que el proyecto debe llevarse a cabo dentro del MS y le asigna horas de su clase para impartirla en este espacio. En este caso, el maestro hackea su propio tiempo para impartir el tema, y decide hacerlo, por flipped classroom, por medio de aprendizaje cooperativo, o por cualquier otro formato que considere que le permite avanzar en los conocimientos que su materia exige para dejar “tiempo libre” a la parte de la construcción del producto.
  3. Espacio: Consideramos que ha sido el más evidente y contundente. Construimos un espacio específico para Kínder llamado “Makerspace Kínder”, otro para primaria, “Maker playground” y el de secundaria y preparatoria que es el Makerspace. Cada uno con características muy particulares y que definen el estilo de quienes lo construimos y lo soñamos, para llegar al MS, que cuenta con diferentes áreas identificadas como: wet works, carpintería y metalmecánica, electrónica, textiles y crafting y fabricación digital.

Estas tres dimensiones están siendo intervenidas o, como nos gusta decirlo, “hackeadas” en conjunto con los maestros, las áreas directivas de cada nivel educativo y en menor medida, pero también presentes, por los estudiantes. Estamos construyendo poco a poco nuevas maneras de coordinar el proceso de enseñanza-aprendizaje, y para eso estamos formando equipos con distintas trayectorias, como los maestros, con toda su trayectoria en la docencia y el conocimiento de la didáctica, y expertos en robótica con amplia experiencia en concursos a nivel internacional y capaces de crear sistemas de automatización que los niños puedan entender y replicar y hasta mejorar. No estamos buscando relaciones de iguales en cuanto a trayectorias, al contrario, queremos lados opuestos, que al final se sientan parte de un solo elemento. Que la paridad se encuentre en el proceso del aprendizaje, donde entre ellos mismos también aprenden cosas del otro. Lo anterior también refiere a una de nuestras dimensiones, los vínculos. Pero esto no se hace por sí solo, esto es el resultado del hackeo de las dimensiones ya mencionadas. Igualmente, creemos que debemos encontrar la forma de sistematizar este proceso, con la finalidad de replicarlo con todos los maestros y no solo con aquellos que ya han vivido la experiencia maker. Debido a la relación de maestros, cantidad de alumnos y capacidad del Makerspace no ha sido posible involucrar a todos por igual; sin embargo este es un desafío que estamos afrontando y descubriendo de a poco.

Nuevas profesiones, la ciudadanía digital para el mañana

Pero ¿cuál es la finalidad ulterior de implementar un MakerSpace escolar? Estamos en una nueva era, la sociedad del conocimiento implica otro tipo de revoluciones en las instituciones y esto también refiere a la ciudadanía. En una nueva sociedad también es necesario construir un nuevo rol de ciudadano. Quiero pensar que han escuchado hablar de la ciudadanía digital, y del activismo en redes. Simplemente en lo que va de 2009 a 2014, en México hemos visto estos hashtags: #JusticiaABC, #SoyProle, #QuitaUnAnuncio, #YoSoy132, #MarchaAntiEPN, #TodosSomosPresos, #LadyProfeco, #PosMeSalto, #PrensaNoDisparen, #LeyBala, #AyotzinapaSomosTodos.

Y si bien todavía es incipiente hablar de una ciudadanía digital, de ahí la relevancia de desarrollar en los sujetos que mañana serán los adultos. En las manos de todos, está la obligación de fortalecer la capacidad de pensamiento crítico, la necesidad de cuestionarnos, de no asumir nada por hecho. Creemos firmemente que el poder del hacerlo tú mismo, de abrir la caja negra de la tecnología y ponerla en verdad a tus pies, es lo que nos dará los indicios para lograr en los actores sociales lo que llaman el “capital informacional”. El cual, además de contemplar la capacidad financiera para pagar los servicios de redes y la habilidad técnica para manejar esas infraestructuras, también refiere a la capacidad intelectual para filtrar y evaluar contenidos y la motivación activa para buscar información y aplicarla a situaciones sociales.

No creo que todo tenga que ver con la capacidad financiera, aunque asumo que es una limitante muy importante, pero la resolución de problemas con pocos recursos económicos y la estimulación que se logra del reciclaje electrónico para el pensamiento crítico de los adolescentes son para nosotros pistas muy importantes de cómo desarrollar la capacidad intelectual y la motivación por la búsqueda. Todo esto nos convoca a pensar en una ciudadanía digital comprometida y coherente con los cambios necesarios en esta sociedad actual. Con esto buscamos preparar a los chicos de estas generaciones para responder a las necesidades de un futuro incierto cuyas profesiones desconocemos.

Nuestro modelo es integral y busca dotar de las competencias necesarias a los estudiantes y con ello también a los docentes y a los padres de familia para cambiar la escuela que conocemos hoy; caminando hacia lo que el futuro nos depara.

Referencias

Correa Gorospe, J.M. y Martínez Arbelaiz, A. (2010). ¿Qué hacen las escuelas innovadoras con la tecnología?: Las TIC al servicio de la escuela y la comunidad en el colegio Amara Berri. Teoría de la Educación. Educación y Cultura en la Sociedad de la Información, Febrero, 230-261.

Rodríguez Cano, C.A. (2015). Articulaciones y contrapoder. Los protagonistas del activismo digital en México (2009-2014). En: Redes sociodigitales en México (pp.81-114). Winocour Iparraguirre, R. y Sánchez Martínez, J.A. México: Fondo de Cultura Económica.

Sierra Caballero, F. (2013). Ciudadanía, comunicación y ciberdemocracia. Un enfoque sociocrítico del Capitalismo Cognitivo. En: Ciudadanía, tecnología y cultura. Nodos conceptuales para pensar la nueva mediación digital (pp.17-56). España: Gedisa.

Ver original en: http://culturadigital.chmd.edu.mx/ideas/retos-y-desafios-de-un-makerspace-escolar/

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